Roble
Para que un movimiento tenga belleza es necesario un respiro, una pausa... para que algo madure son necesarios la calma y el paso de los años.
Como robles jóvenes, milenarios y testigos silenciosos, que se mantienen siempre firmes y fuertes ante las adversidades y caprichos de la tierra y la vida. Cada vez obtienen más ramas en su tronco, hasta llegar a ser un viejo y silencioso Roble lleno de belleza observando todo lo que pasa a su alrededor con el paso de los años, sirviéndo de cobijo para otros. Así todo empieza, con una raiz en la tierra y llega hasta el momento en el que el alma se va más lejos de lo que uno es capaz de imaginarse.